11/14/2008

CONTRAINDICACIONES

CONTRAINDICACIONES, OBSTÁCULOS, ADVERTENCIAS

Contraindicaciones

Al no tener siquiera un mínimo de fuerza funcional, la fatiga resultante de las emisiones telepsíquicas se agudiza desde luego en depresión, a favor de la cual puede sobrevenir mas de una desorganización.

Los propensos a males renales y en general todos aquellos que eliminan mal, obrarían sabiamente absteniéndose. Ért efecto, todo desgaste cerebral inusitado requiere un esfuerzo Suplementario del riñon y de los órganos que a él concurren.

La abundancia de los intoxicados floridos entorpece enormemente su psiquismo para disuadirles del acto a distancia. Pero si por acaso, uno de ellos se esforzara con demasiado ardor, ello constituiría grave riesgo de congestión.

Los exaltados, los obsesionados, los deprimidos; aquellos cuyo intelecto deliberado no tiene ninguna acción sobre la impulsividad emotiva e imaginativa, agravan por lo general inútilmente su situación practicando la acción telepsíquica. Antes de nada deberían procurar adquirir ese dominio sobre sí mismos de que carecen y sin el cual no hay producción, ni concentración, ni emisión eficaces.

Al no poder recuperarse luego de cada sesión, fíjese la mente en un sujeto descansando y, en todo caso, extraño a las preocupaciones por las que se acabare de trabajar; en caso antagónico, con facilidad se puede ser presa de una idea fija, mal dre de la demencia, Por otro Jado no se recuperan las fuerzas suficientemente y viene la lasitud.

Obstáculos

Es común que cierto dia en que algo no marcha tan bien como uno quisiera, o porque se haya sido hasta entonces demasiado indiferente a los asuntos psíquicos, se piense en procurarse un tratado de hipnotismo, con la creencia de encontrar así la forma de resolver sobre la marcha cualquier dificultad. Sin embargo, ¿quién tendría la pretensión de taquigrafiar un discurso inmediatamente después de haber adquirido un tratado de taquigrafía? Por el simple hecho de tener necesidad de serlo, no es posible improvisarse experto de la noche a la mañana. Es necesario trabajar para comprender y luego aplicar lo que se ha aprendido.

Si un químico pretendiera preparar un producto en menor tiempo del que se necesitara para su terminación, y expusiera como razón de ello que tenía gran urgencia de tal producto, se le miraría con recelo. Sin embargo son demasiados los lógicos que, porque sienten prisas, piden a la telepsiquia resultados con más rapidez que lo que el caso permite.

El sentirse urgido dota de aptitudes especiales. En telepsiquia no hay resultados a la vez importantes e inmediatos. La sucesión de los ensayos es lo que proporciona el vigor de sugestión, y la asiduidad la confiere facilidad — facilidad, muy aparte, siempre relativa.

Existen muchos que se imaginan incapaces de influjo. En cambio bastantes se juzgan capaces de obtener, sin mayor esfuerzo, efectos instantáneos e importantes. Algunos comprenden la dificultad, la abordan con resolución, poco a poco la vencen, con una inquebrantable constancia.

Antes de cualquier acto a distancia jamás se sabrá calcular suficientemente las consecuencias que tendrá lograr lo que se desea. Algunas de ellas son ineludibles y es conveniente estudiar si no harían pagar bastante caro la satisfacción que de ellas se logra; otras pueden ser evitadas a condición de especificar la intención en el plan general que ya conocemos.

Casi todos creamos energía psíquica suficiente para obtetener, por medio de los métodos expuestos en este libro, resultados positivos para todo el resto de nuestra existencia. Cuanto más abundante es la producción, más fuerte es la tensión externizada. Tal tensión determina impulsos a los que ni siquiera se intenta resistir. Sin embargo, todas las obras análogas a la mía indican prolijamente que ceder al impulso es dejar que se disipe la energía psíquica.

Es una bendición que los sujetos exaltados derrochen en manifestaciones externas genéricamente inofensivas el Tortísimo dinamismo nacido de su cólera. Si supieran abstenerse de voriferar, de manotear sobre la mesa y de romper objetos, podrían llevar a efecto perjudiciales estragos. El vigor propulsivo de la mente, el ardor pasional y las violencias del alma constituyen positivos cetros a condición de tomar la iniciativa de su maniobra.

3 Advertencias

Dominar la espontaneidad es dominar el destino. Los que dirijen el mundo son sujetos que han sabido apropiarse de una tremenda impulsividad innata y así la han cambiado en vigor dominador y realizador. Que no se me haga decir que basta con dominarse para dirijir el mundo. Antagónicamente, he de indicar que la principal condición para llegar a ser una persona eminente es el tener una animación innata extraordinaria. Pero sobre un sujeto capaz de dominarse desde el triple punto de vista sensorial, emocional e imaginativo, el Destino tiene menor acción que sobre los otros. El sujeto que llega a saber dirijir sus pensamientos, se libra fácilmente de casi toda influencia, incluso colectiva. Cada quien puede conquistar su libertad por la instauración de una sólida autarquía interna, contraria de las enseñanzas liberales.

Si bien no es factible cambiar radicalmente los elementos psíquicos y psicológicos de que hereditariamente estamos dotados, metódicamente podemos obtener un máximo de útiles servicios. Asi, practicando correctamente de acuerdo con las propias fuerzas, se las aumenta v se las ductiliza.

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