11/14/2008

EL PODER DEL PENSAMIENTO

INTRODUCCIÓN AL ANÁLISIS DEL PODER DEL PENSAMIENTO

1. Toda persona puede transmitir o recibir las comunicaciones y el mandato del pensamiento. — 2. La influencia telepsíquica es una subsecuencia continua de la actividad afectiva y mental. Se le puede utilizar deliberadamente. — 3. Trabajos precedentes.

Toda persona puede transmitir o soportar las comunicaciones y el mandato del pensamiento.— La realidad de los variados fenómenos del poder de un espíritu sobre otro ha sido copiosamente comprobada, una gran cantidad de investigaciones, llevadas a efecto simultáneamente en Europa y en los Estados Unidos de Norte América, por personalidades o asociaciones científicas, han permitido separar de una gran masa de observaciones la certeza de que el pensamiento se transmite a veces libremente, a través de la distancia, de una persona a otra . Numerosos investigadores han ensayado por otra parte, con éxito, la transferencia concentrada de imágenes a un colaborador lejano. Del mismo modo se ha logrado que ciertas órdenes, mentalmente intimadas a un sujeto, hayan sido efectuadas. Por último se ha conseguido provocar la hipnosis, de improviso, sin hallarse presente el hipnotizado, generalmente la factibilidad de influir en cualquiera por medio de sugestiones interiormente formuladas, pues aunque son numerosos los que se han revelado como seres emisivos o perceptores de irradiaciones mentales, no forman aún sino una minoría.

¿Hay que considerar, pues, como algo extraordinario la transmisión o mandato del pensamiento, y a la mayoría denosotros como inadecuada para llevar a efecto o soportar la acción telepsíquica ? Esta es la opinión de determinadas personas competentes. En cambio otras no menos experimentadas, aseguran que todo pensamiento se exterioriza y tiene a efectuar, de acuerdo con lo que expresa, al sujeto en quien se piensa. La experiencia me ha hecho ser, sin ninguna reserva, de esta última idea.

Efectivamente resulta ser algo extraordinario la repercusión instantánea, integral, de una imagen, de un estado afectivo, en el intelecto o en la sutileza de un tercero, próximo o lejano. De todos los hechos acumulados resulta que tal manifestación parece necesitar, de parte del emisor, unas únicas cualidades y un vigor emotivo.

Efectivo es también que una sugestión no podría invadir de sopetón el pensamiento de quien no ofrezca para tal irrupción la más extrema receptibilidad. Pero aseguro, porque no he confirmado, lo que otros han comprobado también; esto es, que si se reitera con amplitud, ardientemente la sugestión, todo ocurre como si se proyectara sobre el sujeto un impregnante efluvio que poco a poco despierta y hace predominar pronto en él las disposiciones sugeridas.

Todo sujeto voluntarioso y tenaz, por extraño que sea a un concepto, hasta impreciso, de dicha ley, impone impensadamente sus exigencias. Y así como la continua caída de una gota de agua llega a horadar poco a poco el más duro brocal, la acción mental del más exiguo ser humano puede, a la larga, dejar su huella en enérgicas resoluciones.

La mayoría, aun a nuestro pesar, nos impresiona por innumerables proyecciones psíquicas, de la misma forma que, sin saberlo, afectamos no sólo a los sujetos especificados por nuestros pensamientos, sino también a las que aquellas recuerdan, desconocidas a veces. Ese constante fenomenismo es obscuro, impreciso, porque no sabríamos discernir sino una exigua parte de los elementos suya confluencia hace nacer nuestras impresiones, nuestros sentimientos, nuestras convicciones. Y si nos vienen del exterior, entonces escapan necesariamente a la percepción.

2 La influencia telepsíquica es una subsecuencia

CONTINUA DE LA ACTIVIDAD AFECTIVA Y MENTAL. — La irradicion telepsíquica, subsecuencia inledulible de la actividad afectiva y mental, debe ser considerada como una pertenencia normal del espíritu humano. Si ella no engendra sino excepcionalmenta esas comunicaciones momentáneas que la hacen evidente, no deja de desempeñar sucesivamente un papel considerable en la vida diaria. ¿Qué los huracanes no han actuado durante siglos antes de que los hombres nos diéramos 'cuenta de ellos y de la actividad universal del agente de que aquéllos eran la única extraordinaria manifestación?

Aquí me propongo instruir como se utiliza voluntariamente esa propiedad del pensamiento que inconscientemente desvirtúa cada cual — ya menudo en sentido contrario a su conveniencia —. Para usar de ella con provecho, conviene saber regir la emisión y proporcionar energía, duración y frecuencia a las resistencias que oponen a su influjo las características morales del destinatario.

Por otra parte, por exacta y ampliamente expresada que esté, un estímulo mental no posee por sí mismo sino un exiguo vigor impulsivo. De allí lo incompleto de una fría y sistemática experiencia de laboratorio para darse cuenta totalmente del poder del pensamiento. En efecto, las emociones profundas, los sentimientos exaltados, la eficiencia invisible influencia. Además hay que saber concentrar, para emitirlo en seguida a alta tensión, el dinamismo mental engendrado profusamente por las disposiciones anteriores pero derrochado espontáneamente por ellas cuando no se pone freno a sus múltiples impulsos.

Siguiendo al pie de la letra las indicaciones de este libro, quien quiera podrá llegar a dominar las condiciones necesarias para comprobar por sí mismo la realidad de las acciones a distancia. La técnica operatoria que expresaré postetriormente — ya profesada verbalmente con gran satisfacción de algunos — es, por completo, el resultado de mis investigaciones.

3

Trabajos precedentes. — En varias ocasiones he tratado ya cual cuestión, indicando cada vez sistemas diferentes. Y es porque anualmente, desde 1909, en que apareció mi primer obra, hasta 1918 — fecha de la edición príncipe de mi Moderno método científico de hipnotismo — y después de ese día hoy mi concepción evolucionó sucesivamente influida por las lecciones de la experiencia.

Con el luí de no imprimir nuevamente nada de loque ya publiqué en otra parte, aquí me abstengo de toda citación documental. Pero, en apoyo de mis afirmaciones, como para obligar a los lectores sedientos de aprender a que acudan a otras fuentes — a la oficial especialmente —, quiero indicar los mejores clásicos de la cuestión, que daré enseguida por orden alfabético. Señalo con una (a) los libros referentes a los hechos de telepatía, telestesía, televisión y teleaudiciones espontáneas; de con (b) aquellos en que se trata de la transmisión concertada de imágenes; con una c) los documentos publicados sobre, la sugestión impuesta a sujetos despiertos o hipnotizados; con una (d) las contribuciones al estudio de la hipnosis provocada de improviso por intención concentrada, y, finalmente, con una (e) las obras de aplicación práctica.

c) Atkinson. — La Fuerza-Pensamiento. Su acción y su papel en la vida. París, 1904.

e) Besant (Annie). — El Poder del Pensamiento, su dominio, su cultivo. París, 1905.

d) Boirac. — La Psicología desconocida. París, 1913-

d) Boirac. — El porvenir de las ciencias psíquicas. París, 1914.

c) Bourru y Burot. — La sugestión mental y las variaciones de la personalidad. Rochefort, 1895.

c) Durville (Héctor). — Telepatía, Telepsiquia. París, 1915.

a), b) Flammarion (Camille). — Lo desconocido y los problemas psíquicos. París, 1915.

a), b) Flammarion (Camille). — La muerte y su misterio. París, 1920.

c), e) Guayta (Stanislas de). — La clave de la magia negra. París, 1897.

a) Gurney, Myers y Podmore. -Las alucinaciones tele-

páticas. París 1891.

e) Ingalese (Richard). — La historia y el poder del espíritu. París, 1913.

c) Joire (Doctor). — Los fenómenos psíquicos supernormales. París, 1912.

c) Leadbeater. — El pensamiento, su potencia, su empleo. París, 1910.

d) Marillier, — Las acciones mentales a distancia. Revista Filosófica, abril de 1897.

a) Maxwell Los fenómenos psíquicos. París, 1914.

e) Mulford. - Vuestras fuerzas. París, 1895.

b), c) Ochorowicz. — De la sugestión mental. París, 1887.

a),b),c) Perronet (Doctor). — Fuerza psíquica y sugestión mental. Lons-leSaunier, 1886.

b), c) Richet (Ch.). — El somnambulismo a distancia sin darse cuenta el sujeto. Revista Filosófica, abril de 1888.

c) Richet (Ch.). — Tratado de metapsíquica. París, año 1922.

c) Rochas (A. de). — La exteriorización de la motricidad. París, 1896.

e) Segno. — La ley del mentalismo. Los Angeles, año 1910.

a), c) Sermyn (Doctor de). — Contribución al estudio de facultades cerebrales desconocidas. París y Ginebra, año 1911.

e) Sociedad de investigaciones psíquicas de Chicago. — La lectura o la transmisión del pensamiento. París, s. f.

e) Turnbull. — Magnetismo personal. París, 1904.

c) Warcollier. — La telepatía. París, 1921.

Será de mucho voprecho, consultar también los Anales de las Ciencias psíquicas

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