11/14/2008

TELEPSIQUIA EMPIRICA

LA TELEPSIQUIA EMPÍRICA

1. La hechicería actual. — 2. Lo que es necesario para obtener el éxito en hechicería. Forma de contrarrestarla.

por personal comprobación, cuando menos por testimonios dignos de confianza, los fenómenos atribuidos a esos empíricos tachonados con el nombre de hechiceros, cuya raza se perpetúa a pesar de la difusión de la escuela primaria y del positivismo, en determinadas regiones francesas, mas que nada en

Bretaña y en el Isére.

Lubricación hecha de las fantasmagóricas aportadas por la leyenda y de la mezcla botánica o de otras formas que explican suficientemente la eficacia de ciertos sortilegios, es innegable que las gentes ignorantes y fanáticas consiguen actuar, sin locarles y hasta sin verles, sobre aquellos a quienes están decídidos a afectar.

La clase del hechicero y el origen de las enseñanzas desviadas que inspiran sus prácticas, han sido analizados con admirable sagacidad y con una documentación impresionante por Stanislas de Guayta. Como él, estoy seguro de que a veces contribuyen a las obras de hechicería una cantidad supranormal de seres y de energías. Pero las solas propiedades del psiquismo humano, las que hemos visto en este libro permiten darse rápida cuenta de un gran número de efectos vulgarmente obtenidos por los fanáticos de los libros mágicos, primordialmente de todos los escollos o sugestiones que saben infligir a los hombres y a los animales.

Despeguemos un Dragón Rojo o cualquier otro enchiridión goético, y observaremos que para lograr tan siquiera el menor resultado, el experto debe llevar a efecto una extensa serie de actos enfadosos, penosos, peligrosos, impresionantes, siempre de tal naturaleza que exaltan tremendamente su pasión.

En los exactos momentos hay que coger raras flores, sacrificar ritualmente cierto animal para extraer la sangre o determinados órganos, visitar dé noche tumbas con el fin de obtener osamentas o clavos «del ataúd de un sujeto muerto sin confesión en aquel año».

Cuando se han reunido las substancias, tan abundantes como heteróclitas, requeridas para sus maleficios, el hechicero debe consagrarlas a las Potencias de las Tinieblas, mixturar y saturar de influjo — por eso la amalgama se acompaña de imprecaciones —. Casi siempre debe alearse algún objeto sobre el cual habrá hecho decir una misa, sin saberlo el sacerdote, disimulándolo en el altar antes de la celebración. Ante todo le es impuesta una primera iniciativa asaz delicada: la de obtener, de la persona a quien quiere herir, cabellos o trozos de vestidos con los que cuenta para establecer la relación.

Todo esto exige de él, durante días, o semanas, una atención continua, fijamente orientada, de tremendos esfuerzos del voluntad ,— que atestiguan su implacable resolución —. La obsesión por lo que quiere obtener aumenta a medida que va efectuándose la operación, y como cree absolutamente en la gravedad de sus profanaciones, de sus sacrilegios y de sus impías recordaciones, su mente continúa temblorosa y repercute sobre su emotividad, que vibra profundamente. Y la ciega confianza que él atribuye a sus ejercicios, al irresistible podar de que cree disponer al cumplirlas, da a su mente una firmeza inquebrantable. . .

Así el modus operandi de muchas fórmulas supersticiosas se identifica perfectamente con el del psiquismo metódico. Las fórmulas del oficiante actúan sobre todo sobre el mismo. En su conciencia, a la vez primitiva y apasionada, determinan frenéticos impulsos, de los que, las telepsíquicas repercusiones chocan con frecuencia con más fuerza que una emision sistemática. Sin duda eso es engañoso; sin embargo el ignorante el estúpido, el delirante hechicero, logra lo que muchos hombres cultos, racionales, pero tibios y sin convicción, no obtendrían.

2

LO QUE ES NECESARIO PARA OBTENER EL TRIUNFO EN

la hechicería. - Los ejercicios de hechicería hay que estar predestinado, es decir predispuesto por cierta naturaleza como sólo escogidas regiones semisalvajes pueden crear.

Para calmar a los tímidos, recordemos que, según una ley totalmente comprobada, nadie sería capaz de afectar telepstquicamente a un ser notablemente más sutil que ti. Los lectores que me comprenden pueden, pues, considerarse corno inaccesibles a toda empresa maléfica de personas que con toda segundad han evolucionado mucho menos que ellos.

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