11/14/2008

DESARROLLO TELEPSIQUICO

EL CRECIMIENTO DE LAS APTIDUDES TELEPSIQUICAS

1. Preparación para la telepsiquia. — 2. Cuatro recursos de

influjo. — 3. Observaciones importantes. — 4. El miedo al ridiculo. — 5. Urgencia de ejercer determinados preceptos.

PREPARACION PARA LA TELEPSIQUIA. - EL ejercicio del hipnotismo dicho con propiedad, en que se actúa sobre su-jetos reales, por medio de la mirada, de la palabra, del gesto o de la voluntad, constituye un magnífico método preparatorio dela telepsiquia. Todas las facultades mentales activas son así practicadas, particularmente la atención, el juicio y el vigor volitivo. Es una psicogimnasia racional y sintética que refuerza las cualidades del intelecto y a la vez confirma eso que se nombra «energía de carácter». Comporta totalmente los esfuerzos deiniciativa, de discernimiento, de dominio de sí mismo y de influjo sobre otro susceptibles de concurrir a la formación de una vigorosa percepción. Por eso el camino más corto para llegar a ser un buen telepsíquico consiste en dedicarse constantemente al hipnotismo directo. Un sujeto acostumbrado al usode los métodos comunes de hipnotización, sabe pensar con todo su ardor y con toda la exactitud necesarias para actuar a distancia.

Consideraciones múltiples pueden disuadir o parar al iniciado. Ante todo la dificultad de encontrar sujetos. Los sujetos bastantes sensibles a las maniobras hipnóticas de un iniciada para experimentar de pronto efectos urgentes, son muy escasas. Cuando mucho, existe un 15 por 100; y todavía de esos quince sujetos hay dos o tres a quienes un niño hipnotizaría fácilmente. Por otro lado, y por un fenómeno fácil de comprensión, la mayoría de los sujetos a quienes su impresionabilidad permite afectar con facilidad, se dejan decidir con mayor rapidez que los refractarios a permitir que se pruebe a hipnotizarlos. En las sesiones publicas, cuando el experto invita a que suban al escenario los espectadores que acepten sufrir la prueba de su sugestibilidad. La mayoría de los que se prestan son aceptables sujetos de experimentación. En la vida privada, esos predispuestos son fácilmente reconocidos. Ciertos datos precisos acerca de los signos reveladores que hay que encontrar, seguramente les gustará conocerlos a nuestros lectores.

Cuatro recursos de influjo. — Por más que quiera decirse de las teorías — obligatoriamente llamadas a desaparecer para dejar su lugar a otras, a medida que la experiencia las cambia — es en un cuauro teórico en donde los hechos se ordenan mejor usaré, pues, un esquema que me es familiar: el de los cuatro recursos de influjo.

En cien individuos escojidos al azar, varios de ellos parecen singularmente sensibles a los actos sensoriales, los que proceden de la periferia nerviosa al centro, verbigracia, la fijación de un punto muy brillante o el golpe asestado en un batintín.

Conocido es la importante cantidad de conmocionados de guetra: una explosión cercana les dejó inmóviles en donde estaban en aquel momento, estupefactos, en actitud cataleptica. Por otro lado, el doctor Mesnet nos ha proporcionado un ejemplo de hipnotismo facultativo producido poor una luz muy viva. En su obra El sonambulismo provocado, comenta el caso de un jefe de estación, fascinado por el reflector de una locómotora y arroyado, quien, antes de su último suspiro, declaro que había perdido la conciencia de sus actos, a causa del brusco choque deslumbrador de la luz del reflector en su retina, hasta el instante en que recobró la lucidez en el hospital.

Otros se muestran casi escépticos a todo otro método que no sea la sugestión, la cual contrariamente a los procedimientos sensoriales, hiere directamente el órgano central para reaccionar de inmediato de un modo centrífugo sobre el sistema nervioso. Se ve también que hay sujetos, poco afectados de otro modo, en los cuales producen efectos en pocos minutos, las proyecciones magnéticas.

En fin, el acto puramente psíquico - la sugestión mental - tiene también sus predispuestos. Añadiremos que trecuentemente se hallan sujetos influidos casi por igual por dos res de esos cuatro métodos.

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Observaciones importantes. - He aquí ahora las observaciones que hay que acumular si se desea poder juzgar de la aptitud para hacer manifiestos los fenómenos analizados en psiquismo.

Antes de todo diremos que un sistema nervioso suficiente sensible a los actos sensoriales para que se continué un estado secundario, por necesidad está dañado exageradamente reprimido. La heredad etílica o específica, la degradación de la célula nerviosa y la hiperestesia están por siempre ligadas a la hipnotisabilidad sensorial.

He allí por qué Charcot y su Escuela estaban en desacuerdo con Liébeaulty Nancy: En la Salpétriere se experimentaba con histéricos, esquizofrénicos — sobre anormales — exelusivamente. Para Nancy, el terreno experimental, más extenso comprendía toda clase de enfermos. De allí asimismo por que Babinsky y los neurólogos estilo siglo XX dicen: sugestibilidad — histeria — pitiatismo; ellos trabajan solamente el sistema nervioso.

Hay un recurso muy sencillo para darse cuenta de si la excitación de un sentido induciría a la hipnosis al sujeto observado: Ponedle de forma que su campo visual quede atraído por una colgadura, un paneau a rayas verticales alternadas, negro y blanco, rojo y blanco, azul obscuro y blanco, etc. Un ser común no acusaré sino una frágil perturbación visual. En un sujeto sensorial se advertirá una alteración aguda del sistema psiconervioso: entorpecimiento en las asociaciones de ideas, alelamiento, sopor, y a veces inclusive alucinaciones espontáneas Pasemos al diagnóstico de la sensibilidad a la sugestión. A mi entender se mide conforme la aptitud más o menos acusada al monodeísmo espontáneo.

Los signos externos que la revelan son los que siguen:

rostros ovales o triangulares, por oposición a las fisonomías redondas o cuadradas; dominio de los contornos elípticos sobre losrectilíneos en las líneas de la faz; falta de altura del tercio superior del rostro o exceso del tercio inferior (en estos dos casos el sujeto también es un predispuesto al hipnotismo sensorial); orejas sin borde, de lóbulo o de uno y otro; pulgar delgado o corto. Línea mental frágil o nula. La nariz proporciona asimismo una pista; los sugestionables se encuentran en notoria proporción entre aquellos sujetos cuyo órgano olfactivo afecta en forma convexa terminada en punta o una forma cóncava con acabado redondo.

Cada cual de esos signos es una probabilidad; pero si un mismo sujeto presenta varios, puede asegurarse de él que es «un sujeto».

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El miedo al ridículo. — Otro concepto inhibitorio retiene a veces a los iniciados. El miedo al ridículo, aparentemente ineludible, del fracaso. El hipnotizador conocido como tal y del que es administrada la maestría, no provoca manifestación alguna de risa cuando sus esfuerzos no llegan el efecto que de él se esperaba. Al contrario, el iniciado oye cómo se ríen de él a cada experiencia ineficaz. Y eso sucede porque, en el espíritu del vulgo, tratar de hipnotizar es como querer revestirse de un poder casi sobrenatural; no se ríe del fracaso, sino de una pretensión que juzga absurda.

Verdaderamente el ensayo, merece que se le afronte siquiera, sea para acostumbrarse a permanecer calmado e impasible. Pero nada impide que se proceda con circunspección y se escoja para los primeros ensayos un sujeto que presente los signos de que ya he hablado. Por lo demás, el riesgo dura poco. Desde que un sujeto cualquiera ha logrado éxito en público cuando menos en una sola hipnotización, aquellos que con más constancia se reían de sus tentativas, le contemplan estupefactos. La rutina intelectual domina a tantos cerebros, que; quien que se libera lo bastante manifiestamente para tomar la iniciativa de conducir a la práctica cualquier cosa tan insólita como el hipnotismo provoca siempre el asombro.

Urgencia de determinar ciertos preceptos. — Aunque la ruta anterior es la que más rápidamente prepara para la telepsiquia, puesto que un experto puede formarse antes de un mes, existen otros sistemas que pueden utilizarse aun a despecho de todos. Antes que nada, la aceptación de los elementales principios de la Educación psíquica, tal como los he expuesto en mi obra El Poder de la Voluntad. Después, el ejercicio habitual de determinados conceptos, que voy a señalar, a continuación:

A. El silencio. — No es cuestión de convertirse en estilista ni de ser estrictamente lacónico. Lo que debe estar en silencio y negarse a toda confidencia, a toda expresión oral, a toda puesta en contacto, es la intimidad moral e intelectual

Esta abarca un gran número de movimientos afectivos externados del dinamismo psíquico y obra una condensación metádica susceptible de armar a los más débiles. La espontaneid ad oral debe ser paralelamente dominada por un esfuerzo de atención que substituirá siempre con palabras meditadas aquelias quetiende a arrancar el impulso inicial. A nuevo esfuerzo, nueva contención y nuevas unidades de vigor que se concentran. B. El abandonamiento. — Una vez habituada al precepto anterior, se la completará mediante periódicas retiradas, en la soledad. Bien comprendido que para evitar ese desorden intelectual denominado ensueño y que contraviene muy insidiosamente los preceptos del silencio, se fijará a las propias ideas unaorientación deliberada. Por ejemplo: pensar en los planes de las próximas realizaciones, revisión mnemónica de las incitaciones o veleidades sentidas desde la anterior revisión análoga(Io que permite eliminar las influencias extrañas), practicas de diposición respiratoria o de imaginación activa. Dicha práctica, el abandonamiento, suma sólidamente los elementos psicológicos del yo y previene las separaciones, las dispersiones, las disociaciones; en fin, conforta todo lo esencial C. Respiración. — Sabidos son los efectos que perturban la atención en el ritmo respiratorio. Por otro lado, es conocido quetodo acto de telepsiquía espontánea requiere una continua actividad de la atención. Tonificando los músculos que rigen la inspiración, está uno en condiciones de efectuar emisiones telepsiquicas más vigorosas y más extensas y de experimentar.

menor fatiga. Se activa también considerablemente la producción de la energía nerviosa cuyo papel primordial ha sido definido en el capítulo III. Por eso todos los tratados de yoga de faquirismo o de simple magnetismo animal, insisten tanto sobre la oportunidad de las prácticas respiratorias.

Han sido propuestas miles de variedades de tales prácticas El lector no sólo tendrá que escoger. Pero, he de decir que basta con respirar atenta y ampliamente dos o tres cuartos de hora por día. El movimiento — sobre todo la marcha — coadyuva a ello.

Los deportes, tal como se ejercitan en la actualidad, conducen a un atletismo casi tan sólo muscular y por lo demas pasajero. En todos los casos son creados en cualquier otra acepción diferente de la práctica del psiquismo. Sólo la gimnasia sueca es compatible a nuestras enseñanzas; esta gimnasia aumenta las resistencias fisiológicas sin modificar ningún órgano al trabajarlo con exceso.

D. Pensamiento. — Hemos visto en el capítulo III que es preciso describir en imágenes lo que se desea sugerir. No siempre se llega a ello de pronto. Los pintores y los escultores aunque visualmente bien dotados, se ejercitan extensamente en fijar en su conciencia líneas, colores y planes antes de Ilegar a ver con exactitud paulatinamente se capacitan no sólo de retener sino de crear.

El iniciado a la telepsiquia deberá educar de una manera similar sus facultades imaginativas. Meditando adquirirá el hábito de considerar con atención los caracteres morfológicos de las cosas y de los seres. Usará esos momentos de ensimismamiento en evocar objetos, personas, escenas. Retendrá rostros ausentes y detallará sus rasgos.

Para perfeccionar esta costumbre, puede adaptarse al oído, alolfato, al tacto e inclusive al gusto.

E. La existencia proporciona cotidianamente muchas ocasiones de usar el acto mental. Practicando primero con esfuerzos breves y fáciles y, luego, cada vez más largos y complejos, sellega al fin de la costumbre, lo que no quiere decir que haya que dejar de ejercer. En contra, conviene sostener activa-mente todas las facultades que concurren al influjo telepsíquico.

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